Necesité
crecer en la mañana
junto a la reja de vejez
temprana
tender
al sol los ojos
para
secar las lágrimas.
La
calle vestida de alegría,
gastar
nuestros sencillos mediodías
en
fatiga de pájaros
y
las alas en mansa geografía.
Vivir
tanta quimera,
corazón
trashumante entre veredas
para
el amor primero;
dulce
ahogo de ingenua primavera.
Después
la noche, fresca hondura
de
un ángel habitado de ternura
creciendo
en nuestros días
como
crece la vida nuestra en su aventura.
© Mirley M. Avalis
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