Boletín trimestral de Literatura Infantil y Juvenil

Boletín trimestral de Literatura Infantil y Juvenil

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Solsticio de Verano

El solsticio de verano en la comarca de Trauma Truli es el inicio de un tiempo de gratitud por las  aventuras vividas y de búsqueda de nuevos caminos y paisajes… Los seres maravillosos, amigos del nahual venado, celebran la vida creando nuevas formas de habitar y de disfrutar la tierra Esmeralda.
                            Iniciemos la travesía con renovada esperanza…

                            ¡ A crear !


viernes, 16 de diciembre de 2016

El origen de la imaginación

El atardecer había llegado al fin… y algunas de las más brillantes estrellas del firmamento comenzaron a verse. Ehlil Enki, caminaba desde el valle hacia las más altas colinas para ver un espectáculo único que se daba una vez cada cinco años sólo donde él vivía: la noche.
Ehlil era uno de los únicos 12 habitantes de Mahat, un planeta donde brillaban 3 soles, iluminado además por otros a la lejanía que hacían de este mundo un constante día, amanecer y atardecer. Pero cada 5 ciclos alrededor de los 3 soles, la conocida Zona Muerta, temida por los vivos, permitía que en este sector del mundo la noche se hiciera presente, y pudiera verse un espectáculo único: el cielo estrellado hacia el infinito.
La larga noche, temida por muchos mundos, era lo que a Ehlil le provocaba una gran sonrisa, pues era la única vez que podía ver la magia hacerse realidad. Las luciérnagas brillaban en el suelo, y los árboles relucían con sus coloridos azulinos. Él era el único habitante de este lado del mundo, y además, era un niño.
Ehlil, no sabía lo que era la oscuridad, ni el mal, ni la familia, ni los amigos, ni siquiera jugar. Lo único que mantenía vivo a este eterno niño, era aquél asombroso día, en que la oscuridad, le permitía hacer algo que con la luz del día no podía hacer… Imaginar.
Tras miles de años, había podido ver muy pocas noches, y la soledad invadía nuevamente los largos años de luz. Por ello, un día decidió poner toda su voluntad en reunir a los otros como él, para poder disfrutar juntos de esta maravilla que sólo él podía ver desde su lado del mundo.
Emprendió un viaje alrededor de las enormes tierras de Mahat, buscando uno por uno a los otros, tratando de reunirlos pero ninguno accedió a la invitación. Hasta que llegó a un lugar especial, la cima de uno de los montes más grandes. Allí moraba el último de los de su especie, el más anciano de todos.
Ehlil lo invitó a ver la noche, mientras el gran ser nunca lo miró, y respondió sin apartar la vista de uno de los soles fijos en el horizonte.
       Nuestro mundo existe por un propósito_ le dijo- somos los que mantenemos a todas las estrellas fijas, somos los que mantenemos el orden de la realidad, si nos vamos de donde nos corresponde, el universo entrará en caos… ¿Qué haces tú sin ocupar tu lugar?
       Creí que si estábamos juntos, podíamos disfrutar del Universo…
       No estamos aquí para disfrutar_ dijo serio el anciano- estamos aquí para sostener la vida, vuelve a tu lugar, o tu lugar traerá desastre a nuestros mundos y soles.
El niño… sin entender, volvió a su hogar, triste, y en silencio… pero al llegar se llevó una sorpresa. Un joven estaba esperándolo sentado sobre una roca, y confesó: _siempre quise ver la noche-.
Esperaron juntos el tiempo suficiente hasta que llegó la penumbra, y las estrellas y mundos empezaron a reflejarse en los ojos de ambos. Y algo que nunca antes había pasado, aconteció.
Ehlil y su visitante, como los otros 10 habitantes del mundo, tenían un solo ojo enorme sobre sus narices, y era ésta la primera vez que dos se unían para ver un mismo lugar. De repente, un nuevo Universo se abrió, y pudieron ver los puentes entre los mundos. Decidieron visitar todos y cada uno de ellos, descubriendo la magia que había en lo desconocido, pero sin embargo, igual que en su mundo, nadie podía ver otra realidad, pues todos observaban tan sólo a un lugar del horizonte o el cielo… Todos sus mundos eran fijos, y no giraban.
Al ver que en todos los mundos, los adultos y los ancianos enseñaban a los niños a ver sólo un lugar fijo, y creer que sólo existían las estrellas o soles que observaban, Ehlil sintió mucha soledad, y pasó milenios buscando niños que pudieran escucharlo y saber que había mucho más por descubrir.
En su paseo por los pasillos, pudo ver unas estrellas en constante movimiento, y supo de inmediato de qué se trataba… Era el único ser que podía volar entre los mundos, y hacer lo que quisiera con ellos… Entonces se le ocurrió algo, tan peligroso como fascinante… Ehlil decidió acercarse a este ser, y hacer que el mismo le persiga por el espacio, para mover los mundos. Draco, el Dragón, era un animal incontrolable, y el niño no sabría cuál sería el resultado de esta difícil tarea, pero ya había dejado de ver sólo un lugar, para poder entender que había muchas posibilidades.

Entonces, hizo que el Dragón le siguiera por los pasillos, a gran velocidad, escapando de su fuego y sus garras, persiguiéndole como un gato a un ratón, rozando los mundos, empujándolos, y bañándolos en su fuego. 
Entonces, algo mágico sucedió… los mundos comenzaron a girar.
Ehlil apagó el fuego del dragón regando los mundos con las lágrimas de su ojo, y las lluvias trajeron vida a los planetas.
Los habitantes de Mahat nacían de las semillas que un árbol sagrado entregaba cada millones de años, por lo que Ehlil esperó debajo de sus hojas, para tomar las primeras 12 semillas, que sembró en este nuevo mundo con sus propias manos.
Pero algo extraño sucedió… en este mundo que gira, el día y la noche tenían la misma cantidad de horas, y sus habitantes nacieron con un ojo para ver cada una de esas realidades. Dos ojos, que vieron más colores, que imaginaron más opciones. Los niños aquí crecían mucho más rápido, y nacían muchos más que en los otros mundos. Ehlil, al fin, había encontrado la mayor felicidad que jamás hubiese imaginado: jugar, divertirse, disfrutar… Los niños en este mundo no debían permanecer quietos, sino moverse, pues su mundo se movía y giraba, bailando, jugando…
Cuando los grandes seres de Mahat vieron lo que el niño Ehlil estaba haciendo en este lejano planeta, se acercaron y detuvieron el juego, haciendo que con el paso del tiempo, los humanos se volviesen adultos, con lo que dejaban de ver la magia de la vida, sólo mirando una realidad desde la comodidad de sus hogares.
Ehlil vio que los terrícolas se acostumbraron a la noche, y dormían, a diferencia de los de su especie, por ello viajó a los 12 rincones del mundo donde debían estar los custodios del cielo en la tierra, y mientras descansaban por las noches, se introducía en sus sueños jugando en su imaginación, enseñándoles sobre mundos y realidades. Muchos se unieron a él durante las noches, y susurraban a los habitantes del mundo mensajes de otros tiempos y realidades que abrían sus mentes. Los que llamaban Arsayian, aquellos que hablaban al Mundo tenían un claro objetivo: hacer que las personas sigan imaginando para crear nuevas realidades…
Desde que Ehlil Enki hizo girar este mundo, sus gentes fueron perdiendo la capacidad de imaginar, y el mundo perdió la capacidad de descubrirse, de transformarse.
A diferencia de los mundos fijos, que sólo creen en una realidad que observan, los mundos que giran deben cambiar constantemente su perspectiva, la forma en que ven la realidad, pero con los años pierden la capacidad de hacerlo… Por eso, milenios tras milenios, cuando Ehlil vuelve a nuestro mundo, se acerca a jugar con los niños, pues sabe muy bien, que son los únicos capaces de imaginar como él lo hacía.
La imaginación es la clave para cambiar el mundo, por ello, a pesar de nuestra edad y experiencia en el mundo, nunca debemos de dejar de ser niños en nuestro interior, pues no sólo son el futuro de la humanidad, sino las semillas de todos los seres del Universo que confían que la vida es un juego que debemos disfrutar y en la que nos debemos divertir.
Ehlil, está volviendo a nuestro mundo, pero el mundo está cerrado, dolido, duro, triste… por ello, es tarea de los niños abrir las puertas de la Tierra, mirar el mundo de una forma diferente, imaginar nuevas realidades e historias, para sembrar una nueva humanidad que recuerde quién es y por qué está aquí.
Ehlil les pregunta:
¿Están listos para imaginar un nuevo mundo?

Matías De Stefano